Los cuatro principales escándalos de uso de información privilegiada
El uso de información privilegiada ocurre cuando una persona o un grupo que posee información confidencial sobre las acciones de una empresa pública compra o vende esas acciones. Aunque la SEC tiene normas para prevenir el uso de información privilegiada, detectar a quienes la practican y emprender acciones legales contra ellos puede seguir siendo complicado. Los medios suelen enfocarse en los casos de uso de información privilegiada, sobre todo si el acusado es una figura pública de alto perfil. Hubo cuatro casos prominentes que recibieron mucha atención en EE. UU.: los de Albert H. Wiggin, Ivan Boesky, R. Foster Winans y Martha Stewart.
Conceptos básicos
El uso de información privilegiada, una práctica prohibida en el mercado de valores, implica la compra o venta ilícita de acciones de empresas cotizadas basada en información material no pública. A lo largo de la historia del mercado bursátil estadounidense, muchas personas han aprovechado su acceso privilegiado para obtener una ventaja injusta sobre otros inversores. Este artículo explora cuatro casos significativos de uso de información privilegiada, que van desde principios del siglo XX hasta la actualidad. A pesar de que la Securities and Exchange Commission (SEC) implementó reglas para proteger las inversiones frente a este tipo de conductas, la complejidad de estas investigaciones complica con frecuencia su detección y resolución. En consecuencia, cuando sale a la luz un caso de uso de información privilegiada, suele generar controversia y atención mediática, sobre todo si el acusado ocupa un cargo público prominente, poniendo en riesgo su reputación.
Albert H. Wiggin
Tras el colapso de Wall Street de 1929, el mundo financiero se vio sacudido por la sorprendente revelación de que Albert H. Wiggin, el reconocido director de Chase National Bank, había incurrido en prácticas poco éticas. Se descubrió que Wiggin había vendido en corto más de 40.000 acciones de su propia empresa, utilizando empresas de su familia para ocultar esas operaciones. Sorprendentemente, su interés radicaba en socavar el propio éxito de su compañía.
En aquel momento no existían regulaciones explícitas que prohibieran la venta en corto de acciones de la propia empresa. Como resultado, cuando múltiples inversores abandonaron sus posiciones en Chase National Bank tras el colapso, Wiggin acumuló legalmente más de 4 millones de dólares en ganancias. No solo se benefició de esas dudosas operaciones de venta en corto, sino que también aceptó una pensión vitalicia de 100.000 dólares anuales pagada por el banco. Sin embargo, debido a la indignación pública y al escrutinio mediático, Wiggin acabó rechazando la pensión.
La exposición de la conducta de Wiggin, junto con la de otros banqueros influyentes, se produjo durante la Investigación Pecora. Dirigida por Ferdinand Pecora, un ex fiscal asistente del distrito de Nueva York, esta indagación empleó citaciones y audiencias para revelar las prácticas legales pero moralmente cuestionables adoptadas por los bancos y sus altos ejecutivos en el período previo al colapso de 1929.
Las acciones de Wiggin no fueron aisladas, lo que motivó la promulgación del Securities and Exchange Act de 1934 en respuesta a la extensa corrupción que salió a la luz tras el colapso. Esta ley tenía como objetivo aumentar la transparencia del mercado financiero y combatir las actividades fraudulentas y la manipulación del mercado. La Sección 16 de la ley, que contempla normas destinadas a prevenir y perseguir el uso de información privilegiada, llegó a ser apodada coloquialmente la sección "anti-Wiggin", subrayando el impacto de sus notorios hechos.
Ivan Boesky
Ivan Boesky, un operador bursátil estadounidense, se hizo famoso durante la década de 1980 por su participación en un escandaloso esquema de uso de información privilegiada. Este escándalo implicó a varios altos ejecutivos de grandes bancos de inversión de EE. UU. que suministraban a Boesky información confidencial sobre próximas adquisiciones corporativas. Boesky, que dirigía su propia firma de corretaje, Ivan F. Boesky & Company, se aprovechó de ese conocimiento privilegiado y acumuló una considerable fortuna especulando sobre esas adquisiciones desde que fundó su empresa en 1975.
La caída de Boesky comenzó en 1987 cuando un grupo de sus socios corporativos presentó demandas, acusándolo de acuerdos legales engañosos respecto a su asociación. En consecuencia, la SEC investigó las actividades de Boesky. Más tarde se reveló que había tomado decisiones de inversión basadas en información privilegiada obtenida de informantes corporativos, entre ellos Michael Milken, conocido como el "rey de los bonos basura", y la firma de inversión Drexel Burnham Lambert. Estas revelaciones llevaron a la SEC a iniciar también investigaciones contra Milken y Drexel Burnham Lambert.
En un giro inesperado, Boesky optó por cooperar con la SEC y se convirtió en informante, proporcionando información crucial que finalmente llevó al caso contra Milken. Sin embargo, la implicación de Boesky en el escándalo tuvo un alto coste. En 1986 fue condenado por uso de información privilegiada y recibió una pena de prisión de 3,5 años, además de una multa descomunal de 100 millones de dólares. Pese a ser liberado tras cumplir solo dos años, la SEC le prohibió de forma permanente participar en actividades relacionadas con valores, poniendo fin a su carrera en el mundo financiero.
R. Foster Winans
R. Foster Winans, un célebre columnista del prestigioso Wall Street Journal, ocupaba una posición destacada con su columna titulada "Heard on the Street." En cada columna, Winans perfilaba acciones concretas y el mercado a menudo reaccionaba a sus opiniones, provocando fluctuaciones de precio. Sin embargo, Winans organizó un fraude al filtrar de antemano el contenido de su próxima columna, en concreto la acción que iba a destacar, a un grupo de corredores de bolsa colaboradores. Estos corredores compraban rápidamente posiciones en la acción antes de la publicación de la columna, lo que les permitía obtener beneficios. Supuestamente, parte de esas ganancias se compartía con Winans como compensación por su información privilegiada.
La SEC finalmente sacó a la luz la conducta de Winans. El caso resultó complejo porque la columna reflejaba en gran medida la opinión personal de Winans en lugar de información material interna. No obstante, la SEC logró una condena contra Winans, argumentando que la información sobre las acciones contenida en la columna pertenecía legítimamente al Wall Street Journal y no a Winans en lo personal.
Martha Stewart
En diciembre de 2001, la FDA asestó un duro golpe a la farmacéutica ImClone al negar la aprobación de su prometedor fármaco contra el cáncer, Erbitux. Esta decisión inesperada provocó el desplome de las acciones de ImClone, dejando a numerosos inversores con pérdidas significativas. Curiosamente, familiares y amigos del consejero delegado de la empresa, Samuel Waksal, consiguieron evitar el golpe financiero. Investigaciones posteriores de la SEC descubrieron una serie de ventas de acciones por parte de ejecutivos que habían actuado siguiendo instrucciones de Waksal, incluida la propia tentativa de Waksal de vender sus títulos.
De manera notable, la conocida empresaria estadounidense Martha Stewart vendió aproximadamente 4.000 acciones de ImClone pocos días antes del anuncio de la FDA. En el momento de la venta, la acción aún tenía un valor elevado y Stewart obtuvo un beneficio sustancial de casi 250.000 dólares. Sin embargo, tras el anuncio el precio de la acción cayó bruscamente en los meses siguientes.
Stewart afirmó que tenía una orden de venta preexistente con su corredor. No obstante, fue condenada por uso de información privilegiada al demostrarse que vendió sus acciones tras recibir una pista sobre la inminente caída del valor de ImClone. Como consecuencia, Stewart dimitió como consejera delegada de su propia compañía, Martha Stewart Living Omnimedia. Waksal, por su parte, fue arrestado y condenado a más de siete años de prisión, además de imponerle multas que superaron los 5 millones de dólares.
En 2004, Stewart y su corredor también fueron hallados culpables de uso de información privilegiada. Stewart cumplió una pena mínima de cinco meses en prisión y fue multada con 30.000 dólares, agravando aún más las consecuencias de su implicación en el escándalo de ImClone.
Conclusión
En el mundo de las finanzas, el uso de información privilegiada sigue siendo una práctica clandestina en la que individuos explotan información confidencial para comprar o vender acciones. Aunque esta actividad es estrictamente ilegal, su detección plantea desafíos considerables.
Los medios cubren con entusiasmo los casos de uso de información privilegiada, especialmente cuando implican a figuras públicas prominentes o empresas reconocidas. En particular, en Estados Unidos se produjo una amplia cobertura mediática en torno a cuatro casos de gran repercusión: Albert H. Wiggin, Ivan Boesky, R. Foster Winans y Martha Stewart.