¿Qué es un ataque zero-day?
Un ataque zero-day es un tipo de ataque informático que aprovecha una vulnerabilidad que el proveedor o desarrollador desconocía. El nombre del problema se basa en el número de días que el desarrollador ha tenido conocimiento de él. La solución frente a un ataque zero-day es un parche de software. Los antivirus y las actualizaciones regulares del sistema pueden ayudar a prevenir ataques zero-day, aunque no siempre lo garantizan. Existen diversos mercados para exploits zero-day, algunos legales y otros ilegales.
Conceptos básicos
Los ataques zero-day, también conocidos como ataques Day Zero, constituyen una forma potente de amenaza cibernética que explota una falla de seguridad no divulgada en un software, desconocida por el proveedor o desarrollador. Esta vulnerabilidad encubierta exige una atención inmediata por parte del desarrollador para mitigar los riesgos para los usuarios del software. La resolución rápida del desarrollador se materializa mediante un parche de software destinado a neutralizar el peligro inminente. Curiosamente, los ataques zero-day también alcanzan el ámbito del Internet de las Cosas (IoT), permitiendo a actores malintencionados orquestar ataques contra esta red interconectada de dispositivos. Esta denominación, "zero-day attack", proviene de la medida temporal que indica hasta qué punto el desarrollador está al tanto del problema.
¿Qué es un ataque zero-day?
En ciberseguridad, un ataque zero-day engloba una variedad de tácticas insidiosas, incluyendo malware, adware, spyware o accesos no autorizados a información sensible del usuario. Para reforzar la defensa contra estos ataques, se recomienda activar las actualizaciones automáticas del software, abarcando sistemas operativos, programas antivirus y navegadores web. Además, es crucial instalar de inmediato las actualizaciones recomendadas fuera de los ciclos habituales cuando sea necesario.
No obstante, confiar únicamente en un antivirus actualizado no garantiza protección frente a ataques zero-day. Esto se debe a que, hasta que una vulnerabilidad de software no se haga pública, el antivirus puede carecer de mecanismos para detectarla. Como complemento, los sistemas de prevención de intrusiones en el host resultan valiosos al impedir y mitigar intrusiones mientras protegen datos críticos.
Imaginando una vulnerabilidad zero-day como una puerta de coche sin llave que su propietario ignora, la falsa sensación de seguridad del dueño crea una oportunidad para un ladrón oportunista. Sin ser detectado, el atacante accede, sustrae objetos del guantera o del maletero, y la víctima no se da cuenta hasta días después, cuando el daño ya está hecho y el agresor se ha esfumado.
Aunque los ciberdelincuentes son notorios por explotar vulnerabilidades zero-day, las agencias de seguridad gubernamentales también las utilizan con fines de vigilancia u operaciones ofensivas. Esta demanda desde organismos estatales alimenta un mercado próspero para el intercambio de información sobre dichas vulnerabilidades y técnicas de explotación.
Los exploits zero-day pueden mantenerse en secreto, comunicarse al proveedor de software o venderse a terceros. En las ventas, estos exploits pueden incluir o no derechos exclusivos. Idealmente, las empresas responsables de los fallos de seguridad confían en hackers éticos o white hats para que divulguen las vulnerabilidades de forma privada, permitiendo una resolución rápida antes de que actores maliciosos las aprovechen. Sin embargo, ciertas vulnerabilidades requieren la colaboración de múltiples partes para lograr una solución integral, lo que dificulta la completa divulgación privada.
Mercados zero-day: descubriendo las complejidades de los exploits
Dentro de los reinos clandestinos del mercado de información zero-day, los ciberdelincuentes intercambian detalles complejos que desbloquean software vulnerable, otorgando acceso a información codiciada. Mientras tanto, el mercado gris actúa como plataforma para que investigadores y empresas comercien esta información con militares, agencias de inteligencia y fuerzas de seguridad. En contraste, el mercado blanco sigue un paradigma distinto, donde las empresas recurren a hackers de sombrero blanco y a investigadores de seguridad para descubrir y revelar vulnerabilidades a los desarrolladores, facilitando arreglos a tiempo antes de que los delincuentes las exploten.
El valor de la información zero-day fluctúa según diversos factores, incluido el comprador, el vendedor y el nivel de utilidad. Oscilando desde unos pocos miles hasta cientos de miles de dólares, el mercado presenta una vía atractiva para obtener ganancias. Antes de finalizar cualquier transacción, los vendedores deben proporcionar una prueba de concepto (PoC) como evidencia de la existencia del exploit zero-day. Para quien busca intercambios discretos, la red Tor ofrece una plataforma anónima, mientras que Bitcoin facilita la liquidación de transacciones zero-day.
Aunque los ataques zero-day generan una sensación de peligro inmediato, su nivel real de amenaza puede ser más matizado. Los gobiernos a menudo tienen medios alternativos para vigilar a sus ciudadanos, y los exploits zero-day pueden no ser la opción más eficaz para explotar empresas o particulares. Desplegar un ataque de forma estratégica y encubierta, sin que el objetivo lo note, maximiza su impacto. Liberar indiscriminadamente un ataque zero-day en una vasta red de equipos corre el riesgo de exponer la vulnerabilidad prematuramente, provocando rápidas liberaciones de parches que impidan a los atacantes lograr sus objetivos.
Casos reales: revelando explotaciones zero-day
La batalla de Microsoft Word
En abril de 2017, Microsoft se vio inmersa en un ataque zero-day que afectó a su popular software Microsoft Word. Aprovechando una versión vulnerable y sin parchear, los atacantes infiltraron el sistema mediante el troyano bancario Dridex. Al incrustar código malicioso en documentos Word, el troyano ejecutaba su carga útil al abrirse el documento. Aunque el ataque fue descubierto por McAfee, un proveedor de antivirus, y reportado rápidamente a Microsoft, ya había afectado a millones de usuarios, con la campaña remontándose a enero.
La travesía de vulnerabilidades en Chrome
Más recientemente, el navegador Chrome de Google afrontó una serie de vectores de ataque y exploits. Solo en 2022, Google emitió no menos de cuatro avisos urgentes instando a los usuarios de Chrome a actualizar sus navegadores. Estas advertencias respondieron a una sucesión de ataques zero-day que pusieron en riesgo la seguridad de los usuarios.
Intrusión en Sony Pictures
Uno de los casos más conocidos es el hackeo a Sony Pictures en 2014. Este audaz ataque cibernético explotó una vulnerabilidad no divulgada, permitiendo la instalación de malware encubierto. Sin que Sony lo supiera, el malware apuntó rápidamente y manipuló archivos críticos sobre próximas películas, causando pérdidas económicas millonarias. El incidente también dañó la reputación de Sony, exponiendo supuestas fallas de seguridad. Se cree ampliamente que el ataque fue orquestado por agentes norcoreanos en represalia por el estreno de «The Interview», una película satírica que se burlaba del líder norcoreano Kim Jong Un. Este evento de amplio eco mediático puso de manifiesto los peligros constantes que suponen las vulnerabilidades zero-day en el panorama cibernético.
Conclusión
Los ataques zero-day representan un desafío significativo para la ciberseguridad, explotando vulnerabilidades desconocidas en el software. Los antivirus y las actualizaciones ofrecen cierta protección, pero no son infalibles. Los mercados de información zero-day incluyen intercambios legales e ilegales. Ejemplos reales abarcan el ataque a Microsoft Word, las vulnerabilidades de Chrome y el célebre hackeo a Sony Pictures. La vigilancia y las medidas proactivas son esenciales para combatir la persistente amenaza de los ataques zero-day.