¿Qué fue la Gran Depresión?
La Gran Depresión, que tuvo lugar entre 1929 y 1941, se considera la recesión económica más larga y significativa de la historia moderna. La crisis se originó por inversiones en un mercado especulativo que derivó en el desplome bursátil de 1929, provocando una pérdida sustancial de riqueza nominal. Aunque el crash bursátil fue un factor importante, la mayoría de historiadores y economistas coinciden en que otros elementos, como la inacción seguida de una reacción excesiva por parte de la Reserva Federal, también contribuyeron a la Gran Depresión. Tanto los presidentes Hoover como Roosevelt implementaron políticas gubernamentales para mitigar el impacto de la crisis económica.
Conceptos básicos
El término "Great Depression" (Gran Depresión) designa la recesión económica más extensa y duradera de la historia reciente, que abarcó de 1929 a 1941. Este periodo crucial coincidió con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en 1941, y se caracterizó por varios reveses económicos severos, incluido el infame desplome bursátil de 1929 y las crisis bancarias de 1930 y 1931. Economistas e historiadores suelen considerar la Gran Depresión como una de las calamidades económicas más monumentales del siglo XX.
La Depresión Olvidada y el desplome bursátil
En la breve recesión de 1920-1921, conocida como la "Forgotten Depression" (Depresión Olvidada), el mercado bursátil estadounidense sufrió una caída de casi el 50% y los beneficios corporativos se hundieron más del 90%. Sin embargo, la década siguiente, conocida como los Felices Años Veinte, experimentó un crecimiento económico notable mientras la población estadounidense abrazaba con entusiasmo la bolsa de valores.
El fervor especulativo impregnó los mercados inmobiliario y de la Bolsa de Nueva York (NYSE), impulsado por una oferta monetaria laxa y un aumento del trading con margen. Para octubre de 1929, los precios de las acciones se habían disparado a niveles históricos, con relaciones precio-beneficio superiores a 19 veces las ganancias corporativas tras impuestos. El índice Dow Jones Industrial Average (DJIA) se había incrementado un 500% en solo cinco años, lo que acabó conduciendo al infame desplome bursátil.
La explosión de la burbuja de la NYSE tuvo lugar el Jueves Negro, 24 de octubre de 1929, seguida de una breve recuperación el viernes 25 y una sesión matinal el sábado 26. Sin embargo, la semana siguiente trajo el devastador Lunes Negro (28 de octubre) y el Martes Negro (29 de octubre), con una caída del DJIA de más del 20% en esos dos días. El mercado de valores acabó desplomándose casi un 90% desde su pico de 1929.
Las repercusiones del crash se sintieron al otro lado del Atlántico, desencadenando crisis financieras en Europa, incluido el colapso del mayor banco de Austria, el Boden-Kredit Anstalt. Para 1931, la catástrofe económica había envuelto plenamente a ambos continentes.
El crash de 1929: catalizador del desorden económico
El explosivo desplome bursátil de 1929 destruyó la riqueza nominal corporativa y privada, sumiendo a la economía estadounidense en una espiral descendente. A comienzos de 1929, la tasa de desempleo en EE. UU. era moderada, alrededor del 3.2%. Sin embargo, para 1933 se había disparado hasta un asombroso 25% o más.
A pesar de intervenciones gubernamentales sin precedentes y del gasto fiscal de las administraciones de Hoover y Roosevelt, la tasa de desempleo se mantuvo obstinadamente alta, superando el 18.9% en 1938. El producto interno bruto (PIB) real per cápita no logró superar los niveles de 1929, situación que persistió hasta el ataque japonés a Pearl Harbor a finales de 1941.
Si bien el crash suele considerarse el desencadenante de la recesión que duró una década, historiadores y economistas coinciden en que por sí solo no explicó la Gran Depresión ni la profundidad y la duración del colapso. Fueron muchos los sucesos y políticas que, en conjunto, prolongaron su impacto durante los años treinta.
Los errores de la Reserva Federal y su efecto
En sus primeros años, la Reserva Federal, creada en 1913, tuvo dificultades para gestionar el dinero y el crédito antes y después del crash de 1929. Monetaristas reconocidos, como Milton Friedman, y el ex presidente de la Fed Ben Bernanke han reconocido esta mala gestión.
Tras la recuperación de la depresión de 1920-1921, la Reserva Federal impulsó una expansión monetaria significativa. Entre 1921 y 1928, la oferta monetaria total aumentó en 28.000 millones de dólares, un 61.8% de incremento. Al mismo tiempo, los depósitos bancarios subieron un 51.1%, las participaciones en compañías de ahorro y préstamo se dispararon un 224.3% y las reservas netas de pólizas de seguro de vida crecieron un 113.8%. Todo ello se produjo después de que la Fed redujera las reservas requeridas al 3% en 1917, con incrementos en las reservas de oro del Tesoro y la Fed que totalizaron apenas 1.160 millones de dólares.
La política de la Fed de aumentar la oferta monetaria y mantener tipos de interés bajos durante los años veinte alimentó una expansión rápida que precedió al colapso. Ese exceso de dinero infló sobre todo las burbujas del mercado de valores y del sector inmobiliario.
No obstante, tras el estallido de esas burbujas y el crash, la Reserva Federal adoptó una postura opuesta, recortando la oferta monetaria en casi un tercio. Esta reducción generó problemas serios de liquidez para numerosos bancos pequeños y ahogó las expectativas de una recuperación rápida. A pesar de estas dificultades, las rutas comerciales abiertas que se consolidaron durante la Segunda Guerra Mundial permanecieron operativas a lo largo de la Gran Depresión, lo que finalmente contribuyó a la recuperación del mercado.
El papel de la Reserva Federal en las crisis económicas
Históricamente, antes de la existencia de la Reserva Federal, los pánicos bancarios eran relativamente breves y se resolvían en semanas. En esos casos, las grandes instituciones financieras privadas prestaban apoyo a bancos más pequeños y con problemas, garantizando la estabilidad del sistema financiero. Un ejemplo fue el Pánico de 1907.
Durante ese episodio, una presión vendedora intensa provocó una espiral descendente en la NYSE y un pánico bancario. En respuesta, el influyente banquero de inversión J.P. Morgan movilizó apoyo desde Wall Street para inyectar capital en bancos con falta de fondos. Paradójicamente, el Pánico de 1907 fue clave en la decisión gubernamental de crear la Reserva Federal, reduciendo la dependencia en financieros individuales como Morgan.
Tras el Jueves Negro, varios bancos de Nueva York intentaron restaurar la confianza comprando grandes cantidades de acciones de primera línea a precios superiores a los del mercado. Aunque esto detuvo temporalmente el pánico, el lunes siguiente se produjo una renovada oleada de ventas frenéticas. Con el paso de las décadas desde 1907, el mercado bursátil había crecido más allá de la capacidad de esfuerzos individuales, y solo la Reserva Federal disponía de los recursos necesarios para estabilizar el sistema financiero estadounidense.
Sin embargo, durante el periodo crítico entre 1929 y 1932, la Reserva Federal no inyectó suficiente efectivo en la economía, permitiendo que la oferta monetaria se desplomara y que miles de bancos cerraran. Las restricciones regulatorias de la época dificultaban sobremanera que los bancos ampliaran y diversificaran sus operaciones para soportar retiradas importantes de depósitos o corridas bancarias.
Aunque las actuaciones de la Reserva Federal pueden parecer desconcertantes, algunos sostienen que su reticencia a rescatar bancos imprudentes obedecía al temor de que ello incentivara irresponsabilidad fiscal futura. En consecuencia, historiadores afirman que la Fed pudo haber contribuido involuntariamente al sobrecalentamiento económico anterior y a agravar las condiciones económicas ya críticas.
Medidas de Herbert Hoover tras el crash
Contrario a su reputación de político pasivo, Herbert Hoover tomó medidas activas tras el desplome económico. Entre 1930 y 1932, Hoover impulsó:
- Un aumento del gasto federal del 42%, canalizando fondos hacia extensos programas de obras públicas como la Reconstruction Finance Corporation (RFC).
- La implementación de nuevos impuestos para financiar esos programas.
- La imposición en 1930 de una prohibición de inmigración para evitar la llegada de trabajadores poco cualificados al mercado laboral.
La principal preocupación de Hoover eran los posibles recortes salariales derivados de la crisis. Creía que mantener precios elevados era esencial para sostener nóminas robustas en distintos sectores. Sin embargo, esa estrategia dependía de la capacidad de los consumidores para pagar esos precios altos.
Desgraciadamente, el crash había dejado al público con limitaciones financieras, reduciendo su capacidad de gastar en bienes y servicios. Además, el comercio exterior se vio afectado porque otros países no estaban dispuestos a comprar productos estadounidenses sobrevalorados, replicando la reticencia de los consumidores estadounidenses. Muchas de las intervenciones posteriores de Hoover y el Congreso, incluidas las regulaciones salariales, normativas laborales, restricciones comerciales y controles de precios, afectaron negativamente a la flexibilidad económica y a la asignación eficiente de recursos.
Medidas proteccionistas en EE. UU.
Frente a la cruda realidad económica, Herbert Hoover recurrió a acciones legislativas para sostener los precios y, por ende, los salarios limitando la competencia de productos extranjeros más baratos. Siguiendo tradiciones proteccionistas y a pesar de la oposición de más de 1.000 economistas, Hoover aprobó la Ley de Aranceles Smoot-Hawley en 1930.
Inicialmente dirigida a proteger el sector agrícola, la ley se convirtió en un arancel general que impuso gravámenes sustanciales a más de 880 productos extranjeros. En represalia, casi tres docenas de países adoptaron contramedidas, lo que provocó una caída de las importaciones de 7.000 millones de dólares en 1929 a apenas 2.500 millones en 1932. Para 1934, el comercio internacional se había desplomado un 66%, agravando los problemas económicos globales.
Aunque las intenciones de Hoover de preservar empleo e ingresos eran comprensibles, su estímulo a las empresas para mantener salarios altos y evitar despidos, incluso cuando las condiciones económicas lo desaconsejaban, se apartó de patrones históricos. En ciclos recesivos anteriores, Estados Unidos sufrió uno a tres años de salarios bajos y desempleo antes de que la caída de precios impulsara la recuperación. Incapaz de sostener estos niveles artificialmente elevados y con una reducción significativa del comercio mundial, la economía estadounidense pasó de una recesión a una depresión total.
La era transformadora de Franklin Roosevelt
En 1933, el presidente Franklin Roosevelt asumió el cargo con la promesa de un cambio radical. El New Deal que presentó supuso una serie de iniciativas y legislaciones domésticas innovadoras y sin precedentes para fortalecer la industria estadounidense, reducir el desempleo y proteger a la población.
De inspiración en parte keynesiana, el New Deal partía de la idea de que el gobierno podía y debía estimular la economía. Se plantearon objetivos ambiciosos para desarrollar y mantener infraestructuras nacionales, lograr el pleno empleo y asegurar salarios justos. Para ello se implementaron controles de precios, salarios y de la producción.
Los críticos sostienen que Roosevelt continuó muchas intervenciones iniciadas por Hoover, aunque a mayor escala. Mantuvo un fuerte enfoque en el apoyo a los precios y los salarios mínimos, abandonó el patrón oro y prohibió la acumulación de monedas de oro y lingotes. Además, Roosevelt abordó prácticas empresariales monopólicas y puso en marcha numerosos programas de obras públicas y agencias para la creación de empleo. Bajo su administración, se incentivó a agricultores y ganaderos a recortar la producción, incluso destruyendo excedentes, en una paradoja dolorosa en plena necesidad de alimentos asequibles.
Para financiar estas iniciativas, los impuestos federales se triplicaron entre 1933 y 1940. Estas subidas incluyeron impuestos especiales, impuestos sobre la renta personal, sobre herencias, sobre sociedades y un impuesto sobre ganancias extraordinarias, financiando no solo el New Deal sino también programas nuevos como el Seguro Social.
El New Deal: resultados mixtos
El New Deal logró éxitos notables, como la reforma y estabilización del sistema financiero y la restauración de la confianza pública. La respuesta decisiva de Roosevelt durante la crisis bancaria de 1933 incluyó una semana de cierre bancario para evitar el colapso institucional por retiradas masivas. Posteriormente se lanzó un programa de construcción de presas, puentes, túneles y carreteras, que proporcionó empleo a miles de personas mediante obras federales.
No obstante, pese a cierta mejora económica, la recuperación fue insuficiente para declarar categóricamente que el New Deal sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión. Historiadores y economistas ofrecen distintas explicaciones:
- Los keynesianos argumentan que los planes de recuperación centrados en el gobierno de Roosevelt carecieron de gasto federal suficiente para impulsar de forma efectiva la recuperación.
- Algunos sostienen que los intentos de Roosevelt de acelerar la mejora inmediata, en lugar de permitir que el ciclo económico siguiera su curso típico de tocar fondo en uno o dos años antes de rebotar, pudieron haber prolongado la depresión, de forma similar a la estrategia de Hoover.
- Investigadores de la Universidad de California, Los Ángeles, estimaron que el New Deal prolongó la Gran Depresión al menos siete años. No obstante, cabe considerar que una recuperación rápida, típica tras depresiones anteriores, quizá no habría ocurrido tan deprisa después de 1929, al ser la primera vez que el público general, no solo la élite de Wall Street, sufrió pérdidas tan sustanciales en el mercado bursátil.
El historiador económico estadounidense Robert Higgs propuso que la rápida e incisiva introducción de nuevas normas y regulaciones por parte de Roosevelt generó incertidumbre entre las empresas, que se mostraron reticentes a contratar o invertir. Por su parte, Philip Harvey, profesor de derecho y economía en la Universidad Rutgers, sugirió que Roosevelt priorizó la atención a las necesidades sociales sobre la implantación de un paquete de estímulo macroeconómico de corte keynesiano. El New Deal también introdujo políticas de bienestar social, dando lugar a programas de desempleo, seguro por discapacidad, prestaciones de vejez y auxilios para viudas a través del Seguro Social.
El impacto económico de la Segunda Guerra Mundial
La Gran Depresión pareció remitir bruscamente en torno a 1941-1942, según lo indican las estadísticas de empleo y PIB. Esto coincidió con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, que produjo un descenso notable del desempleo, que pasó de ocho millones en 1940 a poco más de un millón en 1943. No obstante, más de 16 millones de estadounidenses fueron reclutados para el servicio militar, lo que influyó en un aumento del desempleo real en el sector privado.
Durante la guerra, el nivel de vida sufrió una caída por las carencias derivadas del racionamiento, junto con sustanciales subidas fiscales para financiar el esfuerzo bélico. La inversión privada descendió de 17.900 millones de dólares en 1940 a 5.700 millones en 1943, y la producción del sector privado se redujo casi a la mitad.
Aunque afirmar que la guerra puso fin de forma concluyente a la Gran Depresión es una visión simplista, el conflicto encaminó a Estados Unidos hacia la recuperación. Facilitó la reapertura de rutas comerciales internacionales y la eliminación de controles de precios y salarios. La demanda gubernamental de productos generó un fuerte estímulo fiscal. En el primer año tras el fin de la guerra, las inversiones privadas ascendieron de 10.600 millones a 30.600 millones de dólares y el mercado bursátil inició un ciclo alcista en pocos años.
Conclusión
La Gran Depresión fue el resultado de una desafortunada combinación de factores, incluyendo políticas inconsistentes de la Reserva Federal, aranceles proteccionistas e intervenciones gubernamentales erráticas. Un cambio en cualquiera de estos factores podría haber acortado o evitado este periodo de convulsión económica.
Permanecen los debates sobre la conveniencia de dichas intervenciones. No obstante, reformas duraderas del New Deal, como el Seguro Social, el seguro de desempleo y los subsidios agrícolas, siguen siendo parte integral de la sociedad estadounidense actual. La aceptación del papel del gobierno federal en crisis económicas nacionales se consolidó, lo que hace que la Gran Depresión siga siendo un hito pivotal en la historia moderna de Estados Unidos.