¿Qué provocó el desplome bursátil de 1929?
En 1929, octubre presenció el desplome del mercado bursátil, que condujo a la Gran Depresión y a la pérdida de miles de millones de dólares. Este acontecimiento, conocido como «Jueves Negro», siguió a un periodo de crecimiento increíble y expansión especulativa. Con exceso de oferta y una demanda decreciente, los productores tuvieron dificultades para vender sus productos, lo que contribuyó a la recesión económica.
Conceptos básicos
Los «Felices años veinte», una década de vigorosa expansión económica y social en Estados Unidos, concluyeron abruptamente en octubre de 1929 con un colapso bursátil que dio paso a la Gran Depresión de los años 30. Posteriormente, la economía estadounidense se contrajo drásticamente, con el PIB cayendo más del 36% entre 1929 y 1933. Numerosos bancos estadounidenses colapsaron, provocando la erosión de los ahorros de los clientes, y el desempleo se disparó hasta un asombroso 25% por la pérdida masiva de empleos.
«Jueves Negro» marca el inicio del desplome
El 24 de octubre de 1929, el mercado abrió con una caída del 11% respecto al cierre del día anterior. Instituciones y financieros intervinieron con ofertas por encima de los precios de mercado para aliviar el pánico, lo que resultó en pérdidas moderadas. Las acciones se recuperaron en los dos días siguientes.
Sin embargo, el respiro fue breve. El lunes siguiente, denominado «Lunes Negro», el Dow Jones Industrial Average (DJIA) registró una caída del 13%. El día posterior, «Martes Negro», tuvo otra caída del 12% en el Dow, afectando a algunas de las mayores empresas de Estados Unidos.
Antes del desplome, el 3 de septiembre de 1929, el Dow alcanzó su máximo en 381,17. El punto más bajo llegó el 8 de julio de 1932, con el Dow en 41,22, reflejando una pérdida asombrosa del 89,2%.
Si bien las grandes acciones de primera línea perdieron valor, las empresas más pequeñas lo sufrieron aún más, lo que condujo a quiebras. Numerosas acciones especulativas fueron eliminadas de las bolsas. No fue hasta el 23 de noviembre de 1954 que el Dow recuperó su pico anterior de 381,17.
La era previa al desplome: expansión notable
Durante los primeros años de la década de 1920, las empresas prosperaron exportando a Europa, que se estaba reconstruyendo tras la Primera Guerra Mundial. El desempleo se mantuvo bajo, mientras que la proliferación de automóviles generó oportunidades de empleo y eficiencias económicas.
Los precios de las acciones se dispararon hasta su cénit en 1929. En esa década, la participación en el mercado de valores se convirtió en una fascinación nacional, que abarcó tanto a los acomodados como a quienes dependían de corredores para financiar inversiones mediante préstamos.
La economía en auge fomentó una cultura de especulación bursátil que atrajo al público general. Muchas personas se aventuraron en operaciones con margen, adquiriendo activos pagando una porción de su valor y pidiendo prestado el resto a bancos o corredores. El crédito de margen aumentó del 12% del valor de mercado de la NYSE en 1917 al 20% en 1929.
Exceso de oferta y sobreproducción
Los inversores se guiaban no por análisis fundamentales, sino por la expectativa de que los precios subirían, atrayendo a más participantes que lo veían como ganancias fáciles. A mediados de 1929 se vislumbró un retroceso económico cuando numerosas industrias lidiaron con producción excesiva, resultando en un excedente. Las empresas aprovecharon los precios bursátiles inflados para captar capital con facilidad, financiando sus esfuerzos productivos con un optimismo implacable. En consecuencia, la sobreproducción derivó en exceso de oferta en sectores como la agricultura, el acero y el hierro. Las empresas se vieron obligadas a vender sus productos con pérdidas, provocando una caída en los precios de las acciones. La década de 1930 registró un desplome severo en los precios de los productos agrícolas, llevando a ejecuciones hipotecarias y bancarrotas de granjas. En respuesta a la falta de recursos, algunas familias llegaron a quemar maíz en lugar de carbón.
Impacto de los aranceles en el comercio global
Tras la Primera Guerra Mundial y la recuperación europea, el aumento de la producción generó un excedente de productos agrícolas. Este exceso privó a los agricultores estadounidenses de un mercado clave para sus bienes. En consecuencia, el Congreso de EE. UU. aprobó una serie de medidas para elevar los aranceles a las importaciones desde Europa. Estos aranceles, inicialmente dirigidos a productos agrícolas, se extendieron a una gama más amplia de importaciones, lo que llevó a que otras naciones respondieran con aranceles sobre importaciones estadounidenses y extranjeras. La confluencia de sobreproducción, exceso de oferta y el aumento de precios inducido por aranceles afectó directamente al comercio internacional. Entre 1929 y 1934, el comercio global se desplomó en un 66%.
Carga de deuda debilitante
En mercados alcistas, operar con margen puede generar beneficios sustanciales, ya que los fondos prestados permiten a los inversores adquirir más acciones de las que su efectivo permitiría, amplificando así las ganancias mediante apalancamiento. Por el contrario, en caídas del mercado las pérdidas se amplifican de igual manera. La rápida depreciación del valor de una cartera desencadena llamadas de margen por parte de los corredores, exigiendo depósitos adicionales para cubrir la caída. La incapacidad de proporcionar los fondos requeridos obliga a los corredores a liquidar la cartera.
El colapso de 1929 provocó una cascada de llamadas de margen por parte de los bancos. La amplia dependencia del público en la compra con margen y la escasez de efectivo disponible condujeron a liquidaciones masivas de carteras. En consecuencia, el mercado bursátil se desplomó, causando pérdidas sustanciales a los inversores. Cabe destacar que en esa época no existía la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) para proteger los depósitos, lo que llevó a muchos estadounidenses a retirar su efectivo de los bancos. Al mismo tiempo, las entidades financieras, cargadas de préstamos incobrables, sufrieron pérdidas significativas.
La era posterior al desplome
El colapso bursátil y la posterior Gran Depresión (1929-1939) dejaron una huella indeleble en prácticamente todos los aspectos de la sociedad, transformando profundamente la percepción y la relación de toda una generación con los mercados financieros. En marcado contraste con el entusiasmo de los Felices Años Veinte, caracterizado por un fuerte optimismo, gasto consumidor desbocado y expansión económica, el periodo posterior al desplome representó un giro de 180 grados en la actitud pública.
Conclusión
Los desplomes de mercado, las recesiones y las depresiones suelen resultar de una interacción multifacética de factores. El colapso de 1929, igualmente, tuvo múltiples causas, incluidas la bonanza posguerra, la sobreproducción en sectores clave, la dependencia del margen para comprar acciones, la caída de la demanda global tras la guerra y otros elementos. Muchas lecciones derivadas de estos errores inevitables han sido aplicadas para evitar su repetición, aunque otras persistieron y contribuyeron a crisis posteriores.